[Entrada original publicada el 01 de Junio de 2016 en elyogurlado.es]
Creo que me costó poco tiempo darme cuenta que el comercio minorista de informática era un negocio desagradecido y con un futuro más bien incierto. Sí es cierto que nosotros tuvimos bastante suerte porque cogimos bastantes clientes «fieles» para el servicio técnico antes de que estallase la crisis y vivimos de ello hasta que echamos la persiana.
Una tienda de barrio apenas puede soportar un par de sueldos. Da para una persona y poco más. Eso sí, renunciando a su vida, a su tiempo y a sus horas de sueño. Reconozco que cuando la cooperativa propietaria de la tienda donde yo estaba anunció el cierre, estuve a un «sí» de quedármela. Pero el nacimiento de Nerea me hizo consultarlo con la almohada más de una noche y aunque estoy seguro de que hubiese llevado el sueldo a casa, ahora conocería a mi hija en fotografía por lo que estoy seguro que fue la decisión correcta.
Principalmente porque es un negocio al que le veo un futuro más negro que otra cosa. Como decía, nosotros vivíamos casi al 90% del servicio técnico y ese servicio técnico además provenía de ganarnos una buena fama haciendo lo que otros no hacían y tocando palos que otros no tocaban. Cientos de tiendas similares que se basaban en intentar vender lo más posible y formatear ordenadores cayeron mucho antes. Cayeron porque llegó un punto que un formateo te lo hacía el hijo del vecino, que los PCs llevan sistemas de recovery donde el formateo es ya innecesario, y además el mercado se copaba de tablets y móviles que sustituían al PC y requerían sistemas de reparación mucho más sofisticados y menos agradables.
Los últimos años nos hinchamos a reparar tablets y móviles. Consiguiendo piezas como conectores, fajas, pantallas, etc, en lo más recóndito del mundo internáutico. Pero eran unas reparaciones odiosas, podías invertir una mañana entera en una tablet, cuatro o cinco horas, pero para ser competitivo no le sacabas más que 5 o 6 € de beneficio. Eso si no tenías la mala suerte de cargarte alguna (que ocurría, claro que ocurría) y perdías, económicamente, las 15 o 20 últimas reparaciones en reponer ese aparato al cliente. Al principio pensabas «es un servicio que tengo que ofrecer para darme visibilidad» pero al final te entraba un cliente con un móvil con el conector de carga hecho harina y lo mandabas a paseo.
El tema venta era mundo a parte. Ganabas más vendiendo un par de cartuchos de tinta de marca blanca de HP que un portátil tope de gama. Márgenes ridículos, «mayoristas» que se reían en tu cara poniéndote precios un 5-10% más caro que el PVP del mismo producto en Amazon o Pccomponentes. Vendías un portátil de 800 € y le estabas sacando 20 euros de beneficio vendiéndolo más caro que Media Markt, APP, etc, y encima el cliente te estaba haciendo un favor porque lo había visto más barato en internet pero «prefería apoyar el comercio del barrio» y por eso te lo compraba a ti. Eso implicaba además otra cosa. Tú no eres el frío y lejano Amazon. El cliente venía durante la vida completa del producto a que le resolvieses la más mínima duda, by the face por supuesto, para eso se había dejado 800 € en tu tienda. Tampoco era problema suyo comprender lo que había detrás. Pero implicaba gastar tiempo y paciencia. Y no hablemos si el producto tenía un problema de verdad y había que tramitar una garantía. Por lo pronto te despedías de los 20€ de margen – y alguno más – en los gastos de envío a la marca. Y sí, digo a la marca porque pocos mayoristas encontré que no nos dejasen con el culo al aire en temas de RMA.
Había meses en los que podías vender 10.000 euros en producto y no llegar a cubrir con eso ni el mísero alquiler del local. Como no fuese un mes fuerte en servicio técnico habías plegado.
La venta además requería de un escaparate y unas vitrinas llenas. Pero tener tanto capital inmovilizado en una tienda de barrio era inviable y más en un sector donde el producto se desfasa casi mes a mes y los precios te los marcaban «los grandes» y tenías que hincar la rodilla para competir. Pese a todo llegué a tener la tienda que parecía abarrotada de material suculento y atrayente con cientos de cajas vacías de gráficas, procesadores. El resto…material barato que ocupase mucho y algún mayorista que nos dejaba producto en depósito.
En mi opinión los próximos años se recrudecerá el panorama de las tiendas pequeñas de informática. Con Amazon entregando ya en algunas ciudades en el propio día y a todo el territorio en menos de 24h, la venta se limitará exclusivamente al mundo online. El servicio técnico pasará a ser algo muy puntual y con los nuevos dispositivos como tablets y móviles que se van renovando casi anualmente cada vez más innecesario.
Son los tiempos que tocan y al fina la vida es adaptarse al cambio.
Saludos e intentad no romper muchas cosas 😉